El mundo de la educación está en constante cambio, cada día se plantean nuevas metodologías que innovan en la forma de enseñar, pero también en la forma en la que los alumnos pueden aprender. Es una evidencia el hecho de que hoy en día los videojuegos forman parte de nuestra sociedad y sobretodo del día a día de nuestros alumnos. Sabiendo esto, ¿cómo podríamos aprovechar esto en el aula?
Mi nombre es Alejandro Macia, trabajo para la ONG Recicla-Alicante como docente y uno de los grandes retos que se nos presenta al profesorado es mantener activa la motivación de los alumnos/as con nuestra materia. A pesar de que un porcentaje de la motivación debe ser aportada por el propio alumno, los docentes tenemos que hacernos servir de herramientas para despertar la misma y poder así obtener un mayor progreso en su proceso de enseñanza- aprendizaje.
En mi caso, soy partidario de aplicar metodologías que trabajan la gamificación en el aula, un término que podríamos definir como la incorporación de elementos de los juegos en entornos no lúdicos para cambiar ciertos comportamientos de los alumnos o bien introducir un elemento agradable en contenidos que pueden resultar complicados de trabajar.
Estos elementos, por ejemplo, podrían ser crear equipos, hacer juegos de rol, niveles y barras de progreso, insignias, etc… En mi caso, me he hecho servir de estas últimas en mis clases de apoyo en la ONG Recicla-Alicante, insignias que recompensan comportamiento diario en clase. Establecí tres insignias diferentes, una que recompensa el comportamiento en clase, otra el interés y, por último, el trabajo. Dentro de estas insignias hay diferentes calidades o niveles inspiradas en videojuegos de rol (legendario, épico, raro y común) haciendo que aquellos que han trabajado más, se le otorgue mejor insignia. Las recompensas se entregan siempre a final de cada clase y se contabilizan en un ranking que elaboré por clases para que ellos mismos vayan viendo el progreso que tiene cada uno.
Sin embargo, esta serie de elementos hay que aplicarlos de manera correcta, pues a veces podemos caer en una competitividad excesiva que genere conflictividad en el aula por el hecho de que todos quieren tener la mejor insignia. Siempre será positivo recompensar a alumnos/as que tienen más dificultades o que ese día han destacado dentro de su trabajo normal, reforzando así positivamente esa actitud y motivándolos para el resto de la semana.
A todos los niños/as les gusta jugar, es un hecho innegable, pues en su proceso de aprender hacerlo jugando siempre es bien recibido. Sin embargo, debe ser un recurso casual, que rompa con la dinámica habitual del aula para evitar que se convierta en la norma. Citando al conocido pedagogo, psicólogo y filósofo estadounidense John Dewey “si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos ayer, les estamos robando el mañana”.
Alejandro Maciá Maestre – Profesor