Si le preguntamos a la gente qué quiere en la vida, la respuesta no suele ser sencilla ni en la mayor parte de los casos directa: un coche, una casa, la recuperación de algún ser querido, dinero, tiempo libre, un trabajo y otras muchas cosas que escapan de nuestro conocimiento. Pero una cosa tienen en común todos y cada uno de estos anhelos dentro de nuestra sociedad: el ser felices, nuestra felicidad propia y de nuestro entorno más cercano.
Según la RAE, la felicidad es el “estado de grata satisfacción espiritual y física” y son muchos los autores que a lo largo de la historia han querido aportar su opinión sobre este concepto.
Pero quizá sea esa expectativa, querer ser felices, lo que nos impide llegar a serlo. Quizá cuanto más intentemos obligarnos a ser felices, más confundidos estemos, hasta que ni nos reconocemos. En vez de eso seguimos sonriendo, e intentamos ser esas personas felices que quisiéramos ser. Olvidándonos en la mayor parte de las ocasiones, que la felicidad y el bienestar deben trabajarse y es un proceso continuo que convive con nosotros y nosotras en cada momento de nuestra vida.
Ahora bien, ¿Cuál es el papel de los trabajadores sociales y las entidades como la nuestra dentro de esa búsqueda individual y colectiva en nuestra sociedad? Empezaremos con la definición de esta profesión según la FITS: «La profesión del trabajo social promueve el cambio social, la solución de problemas en las relaciones humanas y el fortalecimiento y la liberación de las personas para incrementar el bienestar.”
Debemos tener claros 3 conceptos que son el cambio social, la solución de problemas y el incremento del bienestar. Éstos, van estrechamente ligados a la felicidad a nivel social e individual. Trabajando sobre estos pilares sentaremos unas bases firmes que deberán ser complementadas desde otras perspectivas. El ocio, el tiempo de calidad con familiares, amigos y a nivel individual, la realización tanto personal como profesional y la clarificación y alcance de objetivos, son algunos de los aspectos que debemos considerar cuando hablamos de felicidad.
Renata Zevallos Baretta.
Dpto. Social